El Proyecto Rahab es como el regazo de una madre, el oído de una amiga y los brazos del propio Dios.
No es nada fácil para una niña de 7 años que vive en un rancho ser violentada por un miembro de su propia familia.
Soñaba en ser maestra, enseñar y ayudar las personas. Pero después de que viví aquella situación, ¿cómo tendría condiciones de enseñar alguna cosa a alguien?
Si tuviera que enseñar, sería sobre el odio, rencor y agresividad.
Enseñaría que los hombres no valen nada y que tampoco vale la pena vivir.
Mientras mis padres trabajaban, él abusaba de mí. La primera vez, me llamó para dentro de casa y cerró las puertas haciéndome su rehén.
El era agresivo, maldoso y me hizo saciar sus terribles deseos durante 3 años.
Perdí los sueños, el deseo de vivir, el placer de sonreír . Pensaba apenas en la muerte. Me alejé de mis amigas, me torné agresiva.
¿Como buscar auxilio en mi madre? El miedo me dominaba y fuerzas no tenía. Yo estaba confundida, desamparada y sin ningún rumbo en mi vida.
Si no bastara tanto desorden dentro de mi cabeza, mi abuelo y mi primo, si hicieron iguales mi tío.
Talvez cualquier basura tendría más valor que yo.
Realmente todo estaba perdido, pero mi madre me trajo una luz cuando empezó a frecuentar el Centro de Ayuda Universal. Yo la acompañé. Fueron años para alcanzar mi liberación espiritual de todos mis miedos, angustias y molestias.
Hasta conocer el Proyecto Rahab, donde me identifiqué con las otras mujeres. Cada palabra penetraba en mi pensamiento. Nunca me había sentido tan libre, bien y preciosa para Dios. Aprendí que puedo ser feliz y para eso, conseguí encontrar el camino para alcanzarla.
Soy Cristina Ribeiro, tengo 31 años... soy sobreviviente Rahab.
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